Economía y Negocios

El salto desde los recursos naturales hacia la exportación de conocimiento

Por: Silvanio Mariani 28 de Mayo 2017
Fotografía: Wikimedia Commons

Innovar o perecer. Lo que hace algunos años podría ser interpretado como una frase de efecto, hoy es un imperativo transversal. Es válido tanto para una empresa que busca permanecer en su negocio como para la Región del Bío Bío si lo que pretende es mantener y ampliar su capacidad exportadora. Vale también para que Chile supere la barrera de los ingresos medios y se convierta en país desarrollado.

La innovación es la puerta de entrada para que Bío Bío logre diversificar su matriz productiva y su tejido económico, como también para generar nuevos y mejores puestos de trabajo en la próxima década. Así lo plantea el ingeniero civil industrial, Claudio Maggi, quien estuvo a cargo de echar a andar Innova Bío Bío, que posteriormente sería modelo para Innova Chile. Maggi llegó a la región desde la ciudad alemana de Duisburgo, una zona en la Región del Ruhr que había sido golpeada por la crisis del carbón y por la crisis del acero. Para Maggi, las soluciones para el Ruhr pueden ser replicadas en Bío Bío en tres ejes: productividad, sustentabilidad y diversificación.

– En el caso de Bío Bío, dada la alta concentración de las exportaciones en un sólo sector, ¿cuál es la solución más adecuada, si es que existe una respuesta única para ese panorama?

– Los incendios del verano han demostrado que es necesario estimular la diversificación de la matriz exportadora. Esa diversificación no implica necesariamente en buscar otros productos distintos y partir con industrias desde cero, de manera voluntarista. Lo que las economías exitosas han demostrado es que la diversificación exportadora, sustentable en el tiempo, aprovecha las vocaciones locales y construye ventaja a lo largo de la cadena de valor. En el caso del sector forestal, se debe buscar que se instalen en la Región empresas con maquinarias y equipamientos de esa industria, y que a su vez se transforme en una industria exportadora no sólo de celulosa, sino que de ingeniería y equipamientos para el sector forestal. Es decir, aguas arriba, el equipamiento y los insumos, y aguas abajo, con la industria de remanufactura forestal. Entiendo que en eso estamos muy incipientes. Tenemos que estimular esa industria. En los aserraderos no tenemos estándares de calidad instalados. No tenemos las mejores tecnologías. No fomentamos tampoco la construcción en base a la madera.

– Hay ejemplos de países que usaron sus materias primas para lograr un salto al desarrollo. ¿Sería ese el camino para Chile?

– Sí, hay países que han hecho de su vocación en recursos naturales un trampolín, una plataforma para desarrollar su matriz productiva a un estándar más sofisticado. Es el caso de Australia y Nueva Zelanda. Estos países exportan en productos básicos, per cápita, más que Chile, pero exportan decenas de veces más en productos elaborados a partir de esa matriz con respecto a Chile. En Bío Bío la matriz está concentrada en commodities o recursos naturales y en general no son bienes de alto contenido tecnológico. Algo mejor nos está yendo en servicios, hay que destacarlo, las generaciones más jóvenes han apostado en ese nicho de desarrollo. Hay empresas que se dedican a las exportaciones de servicios.

– En la minería hay programas de apoyo estatales orientados a desarrollar un ecosistem de innovación. Los resultados son muy positivos. ¿Se podría replicar en la Región algo similar para el sector forestal?

– En el caso forestal las iniciativas son más recientes, pero también existen. Está el clúster de la madera, que lidera la Región Bío Bío y en la cual participan instituciones como Infor, Universidad de Concepción, Universidad del Bío Bío, Arauco y Cmpc, Corma, Pymemad, y todos acuerdan una hoja de ruta para desarrollar una producción que agregue valor y desarrollo de tecnología para madera. No ocurrió antes porque las empresas de ese sector están más orientadas a producción de pulpa de papel para la celulosa. En general, se obtiene ventaja en eso. Los pinos crecen rápido y la celulosa es un insumo muy demandado, por lo cual era claramente una visión rentable. Pero que no estimula una cadena de valor. Lo que se debe buscar es que algunas de estas empresas inviertan en desarrollar capacidades en la Región, desarrollar cadenas de servicios y productos que involucren los aserraderos, por ejemplo. Los aserraderos en general no tienen todos los estándares de corte y de secado que aseguren que al siguiente eslabón un insumo para construcción en madera. Podríamos tener madera de mejor calidad y, por lo tanto, se desarrollaría la industria de la construcción en madera, que hoy es secundaria, como una solución de emergencia, percibida como de menor calidad.

El sueldo de Bío Bío

Lo que propone Claudio Maggi, diversificar la canasta exportadora y agregar valor a lo que exportamos, es tema recurrente en los planes y estrategias de desarrollo desde hace muchos años en la Región. El asunto no es para ser tratado a la ligera, puesto que el sector forestal responde por prácticamente el 80% del total exportado, en términos de valor (ver infografía en la página anterior) Un panorama que además se agudiza con los años. Según los datos del INE, en 1992 el sector forestal respondía por el 61% de las exportaciones regionales (valores FOB) y al cierre de 2015 los envíos alcanzaron el 79%.

Para innovar, sin embargo, es clave invertir recursos. El problema es que tales inversiones son insuficientes, según un informe sobre las empresas que son potenciales ejecutoras de Investigación y Desarrollo (I+D) en Chile. De acuerdo a la Tercera Encuesta Longitudinal de Empresas (ELE) publicada el 2015 por la Unidad de Estudios del Ministerio de Economía, sólo el 1% de las empresas cuenta con un departamento o laboratorio de investigación. Entre las empresas grandes, el porcentaje alcanza tan solo un 10%. En las medianas, pequeñas y microempresas, las cifras son 2,8%, 0,6% y 0,4% respectivamente.  En materia de recursos humanos, la encuesta detecta que tan sólo el 1,3% de las empresas contrata personal calificado con grado de magíster o doctorado para desarrollar algún tipo de investigación o desarrollo.

– En 2015, el director del Centro Internacional para el Desarrollo de la Universidad de Harvard declaró que “Chile es un país que sabe demasiado poco para ser más rico”. La baja inversión en I+D es la confirmación de lo que dijo Ricardo Hausmann?

– Invertimos muy poco en I+D, es un círculo vicioso. Tenemos un gasto de 0,4% del PIB en I+D y eso es bajísimo comparado incluso a otros países de América Latina, como Brasil, que gasta tres veces eso, y también México y Argentina. Y qué hablar de China, que invierte el 2%. Pero además sector privado invierte poco en Chile. Las empresas exportadoras tienen resuelto sus temas, sus tecnologías están maduras, tienen gestión eficiente, pero a la vez realizan poco esfuerzo en I+D. Tenemos empresas bastante rezagadas, que tienen problemas para hacer up date tecnológico,  para generar una cultura innovadora. Se ha procurado estimular a través de beneficios tributarios y ha tenido buena respuesta. Pero aún no somos capaces de pegar un salto y ir avanzando, porque tenemos una conducta empresarial que no pone énfasis en I+D en sus operaciones, no ve como algo que permitirá mejorar su competitividad. Funcionan mucho sobre precios, renta, sobre la base de una economía ricardiana, utilizando ventajas comparativas naturales.

– Desde el sector público, ¿cuál es la agenda para cambiar ese panorama?

– Apuntamos a tres grandes dimensiones, es decir, para dónde debemos mover la aguja. La primera dimensión en aumentar la productividad. Para que país logre generar más riqueza, más oportunidades, tenemos que mejorar nuestra capacidad de incrementar la productividad, mejorar las competencias de nuestros recursos humanos, generar un sistema de capacitación más pertinente y efectivo. En segundo lugar, la sustentabilidad, porque no resistimos más a esquemas depredadores para desarrollarnos. La sustentabilidad además tiene tres componentes: la ambiental, la social y la económica. Es clave la distribución de oportunidades, de riqueza, eso es sustentabilidad. Y la tercera dimensión tiene que ver con la diversificación, y es un camino que nos han mostrado todos los países que han logrado avanzar hacia el desarrollo. Lo han hecho diversificando las posibilidades de creación  de emprendimiento en los territorios. Son tres componentes que nosotros asumimos como objetivos estratégicos de la agenda Transforma.

– El sector privado deberá desempeñar algún rol ahí…

– Sin duda, eso requiere democratización de las oportunidades de innovación, la descentralización de las exigencias y por eso estamos orientados a generar pilotos para  descentralizar las operaciones y poner más y mejor financiamiento para la empresa de menor tamaño. Sin financiamiento para estas empresas es muy difícil que alcancemos esa democratización. Tenemos que generar cierta competencia en la banca respecto a servicios financieros, como ocurre en otros países, dónde existen las bancas locales, las cajas de ahorro. Las cajas de ahorro locales existen en Italia, Alemania, Estados Unidos. Por eso estamos desarrollando y debería comenzar a operar en el segundo semestre, un sistema de crédito financiero no bancario con apoyo del BID.

El legado de Innova Bío Bío

Claudio Maggi aterrizó en la región en 2001 para poner en marcha Innova Bío Bío. Venía de Diusburgo, Alemania, una zona del Ruhr que tenía vocacion carbonífera al principio después siderurgico, con grandes empresa de sideruria y metalmecánica. La zona entró en crisis y las empresas se fueron. Maggi supo leer las similitudes entre Bío Bío y Duisburgo, lo que finalmente  dio paso a soluciones igualmente cercanas: plan de inversiones impulsado por el Estado, alianzas público-privadas, incubadoras de negocios, reconversión laboral, fomento a la innovación, entre otras medidas.

Todo se plasmó en Innova Bío Bío, un proyecto que fue modelo para otras experiencias en Chile, pero que hoy siquiera tiene presupuesto propio. “Pero no hay que ser nostálgico”, dice Maggi. “Innova Bío Bío ha sido la base estructural sobre la cual se ha construido el Comité de Fomento Productivo de la región. Ese Comité tiene gran cantidad de instrumentos de decisión local y la base de partida de esa experiencia la entrega justamente Innova Bío Bío; todos los instrumentos de innovación se administran acá, es decir, desde el punto de vista presupuestario y de aprobación de proyectos, y en ese sentido no se ha perdido ni un centímetro en materia de capacidad de decisión local”. Tal como Innova, el Comité es una apuesta local y pionera, que podría otra vez replicarse en las demás regiones del país. En palabras simples, se diseñan hoy las condiciones para el salto hacia una región exportadora de innovación.

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