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La fórmula de escuelas que con mucho en contra se transformaron en líderes

Por: Tania Merino 11 de Junio 2017
Fotografía: Municipalidad de Concepción

Erradicar la violencia y potenciar el trabajo en equipos entre los profesores son parte de las iniciativas que para estos establecimientos han marcado la diferencia.

“Si tienen todo disponible en Internet, ¿por qué los estudiantes siguen memorizando contenidos?”, se pregunta Robert Swartz, profesor estadounidense, quien durante más de 30 años ha trabajado con docentes de colegios y universidades de todo el mundo.

El experto propone utilizar el aprendizaje basado en el pensamiento, metodología de enseñanza en la que la instrucción de destrezas de pensamiento se mezcla con el contenido del currículum. El objetivo es que los estudiantes aprendan habilidades de pensamiento de una forma profunda para comparar y contrastar ideas con tal destreza que los ayude a tomar decisiones y a resolver problemas.

Swartz enfrenta con esta pregunta a un grupo de 200 docentes de la provincia de Arauco que a través del programa de Escuelas Líderes ha buscado, al igual que el norteamericano, romper el molde y lograr en sus establecimientos generar proyectos educativos para vencer la adversidad en contextos de alta vulnerabilidad.

Las respuestas sorprenden al americano. La innovación y la resiliencia están en cada una de ellas y proponen, desde ejemplos muy particulares, iniciativas que podrían dar un giro al decaído sistema educativo nacional.

Red de escuelas

La Red de Escuelas Líderes, cuya premisa es: Educación de Calidad contra la Pobreza, es apoyada por las fundaciones Chile, Minera Escondida, Educacional Arauco y diario El Mercurio y tiene a nivel regional un protagonismo único a nivel nacional. Del total de 110 establecimientos de la red que hay en todo el país, 24 están en el Bío Bío, 20 están en la Región Metropolitana y 10 en Valparaíso.

A ella se sumaron este año desde la región las escuelas D-538 Diego Portales de Concepción, John F. Kennedy de Chiguayante, el colegio Américo Vespucio de Coronel, y el Liceo Yungay.

En la escuela de Chiguayante la vulnerabilidad alcanza un 80%, lo que hace tres años se traducía en una presencia importante de alumnos disruptivos que tenían conductas en ocasiones violentas y que generaban tensión en las aulas. “Por eso lo que intentamos fue desarrollar las habilidades socioafectivas de los niños”, detalló la directora María Aída Rebolledo.

Lo hicieron trabajando los primeros 15 minutos de cada jornada en temas convivencia escolar. “Esos primeros 15 minutos los alumnos están con su profesor jefe, ahí conversan, desarrollan temas como la empatía, el control de la violencia y analizan las situaciones que pueda tener cada uno. Esto hace que cuando el alumno empiece sus clases lo haga más calmado, con menos preocupación o enojo”. La consigna del establecimiento es ser una escuela afectiva, inclusiva.

Foda en el aula

En un principio nos centramos en realizar un diagnóstico serio y muy crítico de nuestras debilidades, amenazas, fortalezas y oportunidades, repasa la directora de la escuela Américo Vespucio de Coronel, Dina Canteros, sobre el inicio del programa que los llevaría a estar entre las escuelas líderes.
“Como Escuela asumimos el desafío de empoderar a nuestros equipos de trabajo y por sobre todo a nuestros docentes, en hacerlos sentir protagonistas en el aula, en hacerlos creer que los cambios son posibles y que todos los niños y niñas pueden aprender lo que el profesor planifica y enseña, en un ambiente propicio”.

Para complementar este trabajo desarrollaron también una propuesta educativa con diversas actividades y talleres, tanto dentro de la jornada, como fuera de ella; “creamos asimismo el proyecto de integración con profesionales de distintas áreas, como kinesiólogos, fonoadiólogos, psicólogos, etc, de manera que nuestros niños y niñas puedan potenciar sus diversas capacidades y hacer nuestra escuela más inclusiva”.

El establecimiento tiene un cariz confesional que cobra gran relevancia para la comunidad escolar. “Uno de los aspectos fundamentales en nuestro trabajo radica en la formación y promoción de valores y principios cristianos como base de nuestra propuesta educativa, a fin de que nuestros estudiantes sean un real aporte en su comunidad”.

El resultado: una exitosa experiencia que esperan pueda ser replicada en otros colegios a lo largo de Chile. “Hemos cosechado varios reconocimientos, actualmente somos un colegio autónomo, de alto desempeño, con excelencia académica y certificado por la Fundación Chile hasta el año 2020”.

Trabajo conjunto

En el caso de la escuela D-538, el trabajo colaborativo entre los docentes ha sido la clave del éxito.

El proyecto con el cual postularon busca la articulación pedagógica entre el nivel de educación parvularia y 1° y 2° año de educación básica. “Los contenidos son parte de experiencias pedagógicas planificadas transversalmente por los docentes y educadoras y compartidas por los niños y niñas.

Nosotros tenemos un 86.8% de vulnerabilidad asociada a la pobreza y esta innovación pedagógica nos ha dado excelentes resultados, nos ha permitido retener y aumentar matrícula”, detalló la directora Luzmira Gómez.

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