Carta al director

Retratos de Aurora: Por la línea del tren

Por: Diario Concepción 14 de Octubre 2017

Hola estimado lector. Ya van para seis meses de conversar por este medio. El espacio dado por la editorial del diario, las historias, y el ejercicio semanal de pensar desde qué distancia mirar la nueva crónica.

Reconozco que hay semanas que creo que las historias se agotan, que ya no tendremos qué contar, pero es ahí cuando Aurora nos vuelve a sorprender con una nueva anécdota, un nuevo descubrimiento de esta historia maravillosa.

El sábado pasado se juntaron más de diez familias, de esas antiguas, de las colonas, se contaron de dónde venían, cómo llegaron a la Aurora, qué raíces han dejado por este vasto territorio de la costa del Bío Bío. Estaban los Méndez-Rivera, los Robles-Urrutia, los Bustos-Ulloa, los Díaz, los Burgos, los Bravo, los Torres. Todos traían entre sus manos manojos de recuerdos como frutos de una cosecha de años.

No sé si por casualidad o por causalidad me pongo a conversar con la Señora Marcia. Ella es nacida en la Aurora, sus papás, sus tíos hicieron su historia en la calle Manuel Montt entre Eleuterio Ramírez y Andrés Bello. Me empezó a contar de sus abuelos los cuales aparecen en fotos como de la década del 20. De sus tíos, de los cuales tiene más de una foto minutera sacada por quien sabe que fotógrafo en la Plaza de Concepción, algún Domingo de paseo.

“¡Oiga Don Walter! Véngase para acá”.

Me doy vuelta y en una esquina conversando con Aurora estaba Don Víctor Méndez, papá de Marcia y antiguo vecino de la población. Además dueño de historias por miles. Imagínese Querido Lector, ferroviario durante no sé cuantos años.

“Sabe Don Walter, el tren era importante en la Aurora. A muchos nos dio trabajo, nos permitió criar a nuestros hijos. Teníamos una Cooperativa, ésta pertenecía a la IIIª Zona del FFCC del Estado. Allí comprábamos desde los fideos hasta los muebles de la casa, a varios meses plazo. Todo se anotaba en la libreta, ese era el único documento, y bastaba y sobraba, la palabra de pagar la deuda comprometida era suficiente.

En invierno, cuando empezaba el frío, se subían a los trenes “a la mala” los chiquillos de acá de la pobla a sacar carbón. Eso les permitía por lo menos calentarse por un par de semanas. ¡Era duro en esos tiempos! El frio calaba los huesos, y se entraba en las casas por todos lados.

Nuestros padres construyeron la casa que estaba en Manuel Montt al 100, era grande, de ladrillo firme, con grandes ventanales, pero no le resistió al terremoto del 60. Ahí se nos cayó toda la parte de adelante, solamente los dormitorios resistieron. ¡Pero todo lo que se cae hay que levantarlo! Así que le pusimos pino y ahí esta de vuelta la casa en pie”.

Me la muestra con orgullo, unos árboles gigantes la cobijan y la guardan. Un níspero que asoma pareciera dar la bienvenida a quien se allega.
“El ´72 fue un año especial, el 1º de Enero cayó sábado, y me tocó servicio en la Casa de Máquinas. Que quedaba acá cerquita. Un domingo de Marzo me deja mi vieja, me quedo sólo…” Se calla un rato y el humo del tren 110 con destino a Chillán lo hace volver a ese año y a ese día.

“Pero lo que más recuerdo es el Viernes 7 de Julio del 72, con ésta fecha cese de funciones de FFCC del E, así lo dejé anotado en la agenda de trabajo, ve, acá. ¡Me jubilé caballero!, pero nunca dejé mis trenes.

Ve aquel que esta allá, ese sale para Manquimávida, aquel que está del otro lado de la plaza, ese “el 16” sale para San Rosendo, y aquel que está allá es el Especial de las 21.30 a Chillán…¡Espera!, ¡Con el 20-03 tenemos que traer el equipo malo desde Talcahuano!…A la carbonera ¡Ahora!….”

¡Pero Don Víctor! No se vaya…ya era tarde, cuando le dije esto ya se había perdido detrás del vapor de la locomotora que lo esperaba para llevarlo de nuevo a su tiempo. A ese tiempo donde todo se podía hacer y todo tenía sentido.

Y esta historia me la contó el silbato del tren de San Pedro de la Paz que a las seis de la mañana como un gallito amaneciendo me despierta y me avisa que es jueves y que tengo que empezar a pensar qué vamos a escribir esta semana.

Ve, Estimado Lector, que la Aurora no la pueden sacar de ahí. Tiene mucha historia, es parte de la memoria de Concepción. Y cómo van a tapar con cemento tantos personajes lindos y pintorescos. Cómo Don Víctor que todavía sale en las mañanas a buscar sus trenes como si fueran ovejitas, los ordena, los alimenta con el carbón que viene de Lota, anota en su libreta con lápiz rojo qué le toca hacer ese día.

El 22 de este mes es el Día del Patrimonio para los Niños, hagamos un ejercicio de memoria familiar: tomen una foto de sus álbumes familiares y cuenten a sus hijos esa historia. ¡Hasta el próximo click!

Walter Blas
@RetratoAurora

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