Señor Director:
El deterioro ecológico de nuestro territorio es otro de los nefastos legados que tiene que soportar una parte importante de los ciudadanos de este país. Y digo “legado” pues sus repercusiones la seguirán sintiendo por muchos años muchas generaciones de otros chilenos por venir. El daño ambiental en las comunas Til Til, Coronel, Andacollo, entre otras; más el gasoducto que al parecer si se va a construir en Talcahuano, dan un panorama que, además, sigue marcha adelante y profundizando en un modelo de desarrollo que no trepida en afectar la tierra, el agua, la vegetación, los recursos naturales en definitiva, que son la vida misma -ya que sustentan nuestra existencia- en favor de sus particulares intereses económicos. Porque, de tapiz de fondo está el dinero, en primer lugar, como el botín necesario para seguir manteniendo esta situación de desequilibrio y abuso, medioambiental en este caso.
Al mismo nivel y congruente con lo anterior, está la degradación por corrupción de la política y los políticos, todavía coludidos con esa parte del empresariado que gusta de velar por su específica calidad de vida aunque esto requiera del menoscabo de la calidad de esa misma vida para otros ciudadano, que son los condenados de este modelo, los que carecen del dinero suficiente, del poder necesario para evitar que esto suceda. Es a su costo, a su salud, economía y felicidad, como se produce el mentado “desarrollo y progreso nacional”. En este “modelo” donde prima el interés parcial, el goce narcisista y la trastornada ideología de la identidad; la concentración y la acumulación muy por sobre el compartir y el donar, no es extraño que sea así, lo lamentable es que la ciudadanía está sola y abandonada, sin las “formidables” expectativas de los actuales gobernantes de nuestro país.
FMauricio de Gilbert