Carta al director

Género, cuotas y meritocracia

Por: Diario Concepción 11 de Julio 2017

Con las primarias recién salidas del horno, el proceso democrático más importante de nuestro país tuvo su puntapié inicial y, con esta primera etapa del periodo electoral, se produjo un gran hito histórico: por primera vez chilenos residentes en el extranjero pudieron ejercer su derecho a voto.

Sin embargo, el voto en el extranjero no es la única gran sorpresa de las elecciones 2017, sino que en noviembre próximo, se producirá un segundo gran hito en nuestra historia sufragista: por primera vez las elecciones parlamentarias deberán cumplir con cuotas de género, lo que, en palabras simples, exige que ningún sexo puede estar nominado en menor proporción que un 40% y por sobre el 60% en la lista de candidatos.

La Ley de Cuotas busca evitar que mujeres queden marginadas de la actividad política, corregir las brechas de oportunidades y reducir la representación de ellas en el Congreso. Actualmente, las mujeres representan un 17,1% del total de parlamentarios, número bastante reducido por sí, y más si se compara con el promedio de América Latina que asciende a un 25,2%.

Así, lo que se busca con las cuotas de género, es una representación equilibrada a fin de que más de la mitad de la población, que son mujeres, se vea efectivamente representada en las leyes que se crean y promulgan en Chile. Sin embargo, y como casi todo proyecto de ley, tuvo bastante resistencia, ante el cuestionamiento si otorgar cuotas implicaba regalar el cargo o igualar la cancha.

¿Son las cuotas de género un atentado contra la “meritocracia”? Para contestar ello, es importante el análisis de números y contexto: las mujeres en Chile somos el 50% de la población, superamos al número de graduados universitarios y representamos el 43% de la fuerza laboral nacional; sin embargo, seguimos subrepresentadas en cargos de toma de decisiones. A modo de ejemplo, y bastante ejemplificador, las mujeres representan el 59,7% de los jueces de nuestro país, sin embargo, sólo 5 de 20 son ministras de la Corte Suprema. En el caso de universidades, de las 27 Ues de la Cruch, solo hay una rectora, en la U de Aysén, que fue nombrada por la presidenta. A nivel de vicerrectoras y decanas la situación cambia levemente, pero no llega a superar el 10%. En el sector privado, la situación no es muy distinta, el número de mujeres que participan en directorios no supera el 7%.

¿Qué es lo que impide que las mujeres estemos en cargos de poder? ¿Miedo, falta de talento, desinterés? ó ¿Falta de oportunidades, apoyo, sustento económico, cultura patriarcal? Entender ello es esencial para comprender el fundamento de las cuotas, el porqué de su existencia.

Según el reciente informe de Pnud, “Desiguales”, el machismo es la segunda mayor razón que gatilla experiencias de malos tratos y discriminación en nuestro país. Ejemplo de ello es la reciente encuesta CEP, donde el 61% de los encuestados considera que la familia se reciente cuando la mujer trabaja tiempo completo. Nos preguntamos entonces, ¿cómo fomentamos más mujeres en el mundo laboral y, particularmente en cargos de decisión (que generalmente implica mayor tiempo en el trabajo), y al mismo tiempo le decimos “todos pensaran que eres una mala madre y/o esposa?”.

El diagnóstico es claro: se necesitan más mujeres que nos representen, y las cuotas de género vienen a impulsar ello, pues efectivamente hay mujeres capaces, profesionales e interesadas. Sin embargo esta y futuras medidas no tendrán efecto si no hay voluntad de todos para generar este cambio de paradigma. Y ello requiere un esfuerzo enorme, de apoyo, comprensión y, particularmente, cambio de mentalidad. Necesitamos del apoyo y visión de todos, sin estereotipos, para que en el futuro, el asumir cargos de poder, no sea cosa de género.

Tammy Pustilnick A.                                                     

Máster en Derechos Humanos, Universidad de Tel Aviv             

Máster en Estudios Legales Internacionales, U. de Nueva York

Sofïa Valenzuela A.

Dr rer Nat, TU Braunschweig

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