Señor Director:
Le regalamos el partido a Alemania. Tanto por el gol, como por las oportunidades no aprovechadas. Pero también ha sido un regalo todo lo que nos ha dado Chile en estos años. Desde la entrega en Brasil, los bicampeonatos y esta final. ¿De qué nos podemos quejar? Esta selección ha puesto nuestro nombre, nuestro fútbol, en las pantallas de todo el mundo. Y pese a la derrota del domingo, pueden irse con la frente bien arriba, por el compromiso con los colores y con el buen juego demostrado.
De Alemania, mejor ni hablemos. Ellos siempre han jugado a no jugar, a esperar y especular. Ese no es el fútbol que uno quiere ver. No hay mucho que decir de ellos.
Hay que sacar las conclusiones de este nuevo periplo en que hemos sido protagonistas, esta vez desde el punto de vista de la derrota y eso siempre da nuevos ángulos de análisis para seguir mejorando. Y en ese sentido la palabra aquí es FINIQUITO.
Nos faltó suerte en toda esta copa. Pero también la efectividad más allá de esa fortuna que esta vez solo estuvo de nuestro lado en la definición a penales frente a Portugal. La otra clave, la efectividad en los pases en la salida, que fueron justamente los que nos condenaron en los tres goles que nos convirtieron.
Como sea, esta vez escribimos un nuevo capítulo de la historia grande que se ha escrito en estos años y que realmente es una gran incógnita si volveremos a vivir. Por ello, y como planteé al comienzo, mi espíritu sigue siendo de agradecimiento. Pasamos años viendo estos partidos en estas fechas desde una posición de espectador perpetuo, tal como lo podría hacer un fan del fútbol de Burkina Faso o de Azerbaiyán. Pero hace tiempo que los vemos con otra actitud y espíritu, con convicción de que tenemos las mismas chances de perder o de ganar. Y eso, vale un aplauso y un apoyo incondicional, como el que hoy expreso hacia esta Selección Chilena.
Paulo Domic