Señor Director:
Me preocupa la incertidumbre que afecta a miles de familias y sostenedores educacionales, todo esto por la ley de “inclusión” que yo más bien le pondría “ley de exclusión”. Esta ley lo que hace es segregar a los estudiantes más vulnerables y a la clase media, que con esfuerzo pagan por obtener mejor educación o una educación a fines de sus gustos, intereses, ubicación, etc. Con esta ley, si el establecimiento particular subvencionado pasa a ser totalmente particular, el estudiante vulnerable no podrá seguir estudiando ahí, porque en vez de pagar una módica mensualidad, tendrá que pagar el triple y eso para miles de familias es imposible. ¿Qué pasará con los colegios para niños con capacidades diferentes? Todo es incierto.
Esta ley me hace recordar a Marx y la lucha de clases, que, llevándolo a este tema, busca aumentar la brecha entre la educación pública y la privada, inventando una lucha que es falsa, satanizando el lucro y atentando contra lo más valioso, contra la libertad, libertad de elegir. Para este Gobierno es invisible la gente más vulnerable que quiere salir adelante, es invisible el jamón del sándwich, en vez de ayudar a la clase media, la están hundiendo.
El Gobierno debería enfocarse en reforzar la educación pública, mejorar su calidad, modificar esta ley y mantener la ayuda a los establecimientos particulares subvencionados. Deben dejar de leer a Karl Marx, mirar a su alrededor y ver la realidad de hoy.
Un país en “vías de desarrollo” debe tener movilidad social, darles las herramientas para que las personas surjan gracias a su propio esfuerzo. La educación es la principal herramienta, una herramienta valiosa que permanecerá toda la vida.
Joel Oyarz